A pesar de que los precios de las criptomonedas cayeron en 2018, un nuevo estudio de ING sugiere que el uso de criptomonedas podría aumentar más del doble en el futuro. Esta es una de las principales conclusiones del informe ‘Descifrando el código de la criptomoneda’, de la sexta edición anual de la Encuesta International sobre Banca Móvil de ING1. Unido al ámbito de las criptomonedas está la ciberseguridad, una materia que no puede pasarse por alto si se quiere mantener la protección cuando se usan monedas digitales.
En España, un 67% de los encuestados reconoce haber oído hablar de las criptomonedas aunque solo un 10% tiene en la actualidad. Si miramos al futuro, un 32% adicional afirma que espera comprar, un dato que sitúa a España por encima de la media europea y en el top 3 junto con Rumanía y Turquía de los países con mayor interés por las monedas digitales.
En cuanto a su uso, el 41% de los españoles está de acuerdo en que el valor de las monedas digitales aumentará en los próximos 12 meses; y un 38% de los españoles piensa que son el futuro de los gastos online y la inversión. Estos datos sitúan a España en la media europea (35%), y suponen un aumento de siete puntos porcentuales desde 2015.
El estudio también sugiere que invertir en criptomonedas se percibe más arriesgado que invertir en otros activos. Por ejemplo, casi la mitad de los europeos (46%) piensa que invertir en el mercado de acciones es menos arriesgado que invertir en monedas digitales. Tal vez este sea uno de los motivos por el que el 23% de los españoles afirma que nunca invertirá en criptomonedas. Entre aquellos que sí tienen 2/2 intención de hacerlo, un 33% buscarían orientación en su asesor bancario y un 22% en páginas web
especializadas.
Por último, cuando se trata de compras habituales, aproximadamente la mitad (49%) de los europeos indica que no quiere cambiar la forma en la que pagan. Entre los que son más propensos a cambiarla, un 30% estaría dispuesto a utilizar criptomonedas para realizar un pago online internacional, el 26% las utilizaría para comprar un billete de avión, y el 21% para pagar gastos como impuestos o la factura de la luz. Sin embargo, solo el 15% consideraría recibir su salario neto en Bitcoin o similar.
Estrechamente vinculado al mundo de las criptomonedas está el de la ciberseguridad. Ocurre que un rápido crecimiento de criptomonedas hace necesario que se tenga en cuenta cuestiones relacionadas con la seguridad informática. Se hace especialmente necesario saber a qué se enfrenta un usuario cuando decide apostar por el dinero virtual. Debido a que cada vez es más común realizar pagos digitales y coquetear con este tipo de divisas, hay que tener en cuenta que, muy posiblemente, los ciberdelincuentes comenzarán a poner su punto de mira en bitoines, altcoines, etc, para llegar al usuario y atacarle.
Entre otras cosas, es probable que los ciberdelincuentes quieran modificar y utilizar los tokens – fichas o monedas – para difundir malware e instalar en los ordenadores que participan en Blockchain bots que, después, lancen ataques DDoS.
Por otro lado, el punto débil de las criptomonedas no está en si mismas, sino en quienes las manipulen. Al fin y al cabo, de nada sirve que Blockchain sea un entorno seguro – de hecho, tiene sistemas de protección más efectivos que los bancos tradicionales – si los usuarios no toman medidas básicas de protección desde la base. Los ciberdelincuentes, conscientes de esto, han empezado a lanzar ataques de pishing y de ingeniería social, con el objetivo de que la víctima le facilite sus claves y hacerse con el control de las criptomonedas.
——————
La imagen publicada en este artículo es propiedad de xresch.