Ver cómo un personaje cobra vida ante nuestros ojos a través del dibujo es algo que levanta pasiones entre los artistas. Cualquiera que desee aprender esta disciplina se aventura en la búsqueda del poder de otorgar alma a elementos inanimados; un viaje constante en el que nunca se deja de aprender. Nos lo cuenta Elena Velasco, profesora de Principios de Animación y Dibujo en U-tad.
En muchos casos empieza como un juego o un experimento, pero puede acabar en el trabajo donde encuentras tu verdadera vocación para toda la vida; un medio donde te superas a ti mismo luchando contra todo tipo de obstáculos. Hablamos de la animación 2D, prueba del deseo inagotable de imaginar y crear vida. Es la disciplina que convirtió unos dibujantes en poetas del trazo, expertos del movimiento y contadores de historias.
Un truco de magia que cuece a fuego lento
Dibujar fotograma a fotograma no está hecho para impacientes, y menos si afrontamos una compleja coreografía, un personaje de muchas líneas con diálogo o un animal de cuatro patas. Os invito a disfrutar del proceso y relajaros. Mantened la cabeza fría y pensar que toda ilusión de movimiento exige esfuerzo y años de aprendizaje.
Habrá que empezar con algo sencillo e intuitivo como una pelotita de goma, seguir con un personaje sencillo y, poco a poco, ir quemando etapas procurando que cada ejercicio sea mejor que el anterior. No obstante, siempre hay momentos de agobio, atascos…, cuando alguien se siente perdido entre sus propias líneas y no ve la salida solo tiene que parar, retroceder y arreglar el nudo en el que se ha metido.
La dualidad siempre está presente para el que estudia animación. Se debe crear algo creíble, que no realista, dibujar más para decir menos, parar para poder seguir, echarle horas a un segundo. En general todo se traduce en paciencia, trabajo y muchas ganas. Recordemos que si al personaje hay que darle vida y movimiento, el precio será nuestro propio tiempo y energía.
Ningún ordenador podrá dotar de emoción y alma a un personaje. Siempre que mis alumnos se quedan cortos al animar les aclaro que desde su corazón debe salir lo necesario para el corazón del personaje, y que del personaje debe salir lo necesario para el corazón del público.
Ese trayecto puede tardar un año, pero el resultado ha de ser fresco, fuerte y espontaneo: una sonrisa o una lágrima en el espectador. No se trata de aprender un lenguaje nuevo, si no de aprender a crear otra realidad. Por ello las claves de la animación son el espacio y el tiempo: las mismas que gobiernan en nuestra realidad cósmica.
Sobre los cimientos del acetato
Cuando Frank Thomas y Ollie Johnston recogieron en su famoso libro The Ilusion Of Life los 12 principios de la animación clásica y tantos otros consejos, estoy segura de que recordaron los grandes fracasos necesarios para llegar a todas esas brillantes conclusiones: “Squash”, “Arcos” “Appeal” “Follow Through”… Partimos de lo que descubrieron acerca del movimiento los artistas de antaño que desarrollaron reglas y principios a medida, un lenguaje creado por animadores para animadores.
A pesar de que acabaron siendo muy respetados dentro del estudio creador de las mejores joyas de dibujos animados, lo cierto es que la figura del animador no tenía mucho glamour que digamos. Hablamos de alguien encorvado sobre una mesa, con el ceño fruncido, las manos sucias, que fuma y arruga papel sin parar.
Hoy en día esa persona estará frente a una pantalla con la cara iluminada, los ojos vidriosos y ha cambiado el cigarro por unos cascos, pero la estampa no será muy diferente y, en ambos casos, les oiremos mascullar algún improperio mientras tratan de dar con la clave de un gesto bien fluido. El animador sabe que la obra está por encima del creador y que su nombre no se conocerá, pero sí el de su personaje. Si lo que va a quedar de él van a ser sus animaciones, mejor que sean alucinantes, dignas de formar parte del imaginario colectivo.
Una de las mejores facetas de este medio es que goza de una admirable tradición, pero ofrece infinitas oportunidades para el que quiera experimentar. Se respeta al anciano y se reta al joven, pero el corazón de ambos latirán con el timing de una buena secuencia animada. Walt Disney aseguraba que todos llevamos un niño dentro.
L gustaba hacer alusión a un rincón puro que queda en nosotros y que no se contamina de prejuicios, aunque crezcamos y pasemos por momentos duros. Ese rincón es donde pretende llegar una obra artística como la animación, quizá por eso conecta tan bien con los niños y no tanto con adultos de mente cerrada que sienten una incómoda invasión emocional al ver dibujos animados. A pesar de ello existen maravillas que se han creado de temática adulta a lo largo del tiempo.
Desde U-tad animo a aquellos que quieran aprender animación 2D a que dibujen, experimenten, jueguen, investiguen y disfruten. No hace falta un gran equipo informático para probar a deformar un personaje, solo una libreta y un lápiz. ¡Y por supuesto una mente muy despierta! Ved películas, series, anime, cortometrajes, cómics y espectáculos. Cebaros de colores, gestos, bailes y diálogos. Eso os preparará para pensar con el corazón. Atreveros a brillar y expresaros a través de vuestras historias, tal y como hicieron aquellos de los que ahora aprendemos.