Javier Mombiela estudió el Grado en Animación y el Máster en Game Design de U-tad, a pesar de que su primer objetivo – antes de conocer U-tad – era cursar una ingeniería. Después de años de buscar su lugar en el mundo profesional [e incluso de haber trabajado en Klaus, la más reciente producción de The Spa Studios], lo ha encontrado como diseñador de videojuegos en Ubisoft Reflections. Hoy está seguro de que quiere vivir del Game Design, un área que, hace años, ni siquiera sabía que existía. Este es un breve repaso por su historia:
Soy Javier Mombiela Laborda y actualmente trabajo como Junior Game Designer en Ubisoft Reflections, en Newcastle Upon Tyne, Reino Unido.
Podría decir que desde pequeño siempre he querido hacer videojuegos y que, finalmente, he logrado cumplir mi sueño, pero lo cierto es que nada más lejos de la realidad. No obstante, mentiría si dijera que los videojuegos no han sido parte de mi vida desde muy pequeño. Recuerdo que los primeros videojuegos que me compraron mis padres fueron el SEGA Rally y el Star Wars: la amenaza fantasma.
Coches y Star Wars, no he cambiado mis gustos en veinte años. Pero, para mí, los videojuegos eran eso: videojuegos. Algo con lo que disfrutaba mucho, desde luego, pero un entretenimiento para cuando acababa los deberes. Siempre se me han dado bien las ciencias, por lo que había asumido que iba a estudiar una ingeniería. Al fin y al cabo, es lo que estudias si se te dan bien las ciencias, ¿no? Estaba decidido a hacerlo, cursé segundo de bachillerato tecnológico, tenía mirado dónde iba a estudiar…
Y entonces salió Journey, el título de Thatgamecompany, y cambió mi percepción de lo que un videojuego podía ser. Me removía, me hacía sentir cosas que ningún juego había logrado antes, y se despertó algo en mí, algo tal vez latente, pero que no sabía que estaba ahí.
Quería saber cómo se había hecho, quién estaba detrás de aquella obra, cómo se había podido desarrollar, me parecía un juego tan bonito… mi interés no fue hacia el diseño del juego, sino hacia su arte. Por aquel entonces encontré un anuncio de U-tad en Internet, por lo que decidí echar un ojo a lo que ofrecía. Di con el Grado Animación y me dije: “con esto, algún día podría estar trabajando en un Journey”.
Pero claro, yo tenía previsto hacer una ingeniería, y mis estudios giraban en torno a ella. ¿Ahora quería hacer animación? ¿Qué me iban a decir mis padres? De repente no quería quedarme en Tarragona estudiando ingeniería. Ahora quería irme a Madrid, con dieciocho años, a estudiar animación. Lo que encontré fue apoyo por su parte, como siempre he tenido, y no puedo estar más agradecido de ello. Y a Madrid que me fui a estudiar el Grado en Animación de U-tad.
La carrera para mí fue una época de crecimiento y descubrimiento personal. De encontrar mi lugar entre compañeros con los que podía hablar de aquello de lo que disfrutaba. Fueron años en los que aprendí mucho. Estar en U-tad fue mi puente para poder entrar a trabajar en Klaus como becario de editorial. El haber formado parte de ese proyecto fue una oportunidad única y extraordinaria, ya que desde el día uno se podía percibir que era algo especial.
La carrera se estaba terminando, y pese a que disfrutaba mucho con mi trabajo y vine buscando mi vocación, no había encontrado aquello con lo que realmente disfrutaba, aquello que me hiciera sentir, que me permitía dar lo mejor de mí mismo.
En esos años los videojuegos habían tomado un papel aún más importante en mi vida. Había ampliado muchísimo los géneros a los que jugaba y cómo los percibía. Me volví a acordar de Journey (hice el TFG sobre Journey, así que para no acordarse) y de lo que ese juego significaba para mí, y me di cuenta de que la carrera y mi trabajo me estaban alejando de los videojuegos cuando, en el fondo, los videojuegos eran lo que me habían motivado a seguir ese camino.
«Con el Game Design he encontrado mi lugar»
Sabía que U-tad tenía másteres de videojuegos, y que de allí salían proyectos de mucha calidad que permitían a los estudiantes poder encontrar trabajo de ello. El Máster en Programación de Videojuegos se alejaba de mis competencias demasiado. El Máster en Arte y Diseño Visual de Videojuegos tenía bastantes asignaturas que ya había cursado. Sin embargo, el Máster en Game Design parecía encajar con aquello con lo que más disfruto, que es el proceso y lo que hace que un videojuego sea divertido. Por eso, en otro giro de los acontecimientos de mi vida – este más duro a nivel personal – decidí dejar mi trabajo en Klaus y matricularme en el Máster en Game Design de U-tad.
En esta ocasión fui consciente de que había encontrado, no solo algo con lo que disfrutaba, sino que me hacía sentir genial, con lo que sentía que podía dar lo mejor de mí mismo.
El máster fue toda una experiencia, un año de muchísimo trabajo y muchísimo esfuerzo en el que había que combinar asignaturas con sus tareas y con el proyecto de máster que podía tragarse todas las horas que le echaras, y más. Pero mereció la pena. Estoy muy contento con el proyecto que hicimos: Deathroned. Fue una oportunidad de aprendizaje que dudo hubiera podido obtener de otra manera.
Terminó el máster y llegó el momento de buscar trabajo. No quiero alargarme mucho con ese proceso, de hecho, sobre ese mismo proceso trata el webinar ‘Acceder a la industria del videojuego y sobrevivir en el proceso’ que voy a dar el próximo 25 de junio en U-tad.
Finalmente salió la oportunidad de trabajar en Ubisoft Reflections, después de enviar unos cuantos currículums. Lo cierto es que creo que he encontrado mi lugar como profesional, que es el de diseñador de videojuegos. Al final me doy cuenta de que he ido dando pasitos, algunos más acertados que otros, pero pasitos, que me han llevado hacia la profesión de la que quiero vivir y que, durante la mayor parte de mi vida, ni tan siquiera sabía que existía.
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