Es sábado, son las ocho de la mañana, y un numeroso grupo de estudiantes espera en el centro de Madrid un autobús con destino U-tad. ¿Su objetivo? Presentarse a un examen organizado de manera conjunta por la Fundación Talento Matemático y Científico, y U-tad Centro de Tecnología y Arte Digital. Los que obtengan mejores resultados entrarán a formar parte de la Escuela de Talento Computacional que por primera vez tiene lugar en nuestras aulas. Ilusión y nervios se mezclaban minutos antes de la prueba.
Fueron más de 100 los jóvenes, de entre 3º de la ESO y 2º de bachillerato, que el pasado 19 de noviembre se disputaron un codiciado puesto poniendo a prueba su talento y sus inquietudes tecnológicas.
Es el caso de Enrique, de 17 años, quien asegura que siempre ha querido estudiar Ingeniería Informática. Confiesa que nunca pudo apuntarse a ningún curso para aprender a programar, así que lo hizo de manera autodidacta. “Ahora me desenvuelvo especialmente con JavaScript, aunque empecé con HTML y también pasé por PHP para entornos de servidor”, explica.
Sin embargo, como a José (de 15 años), le explicaron que no necesitaba grandes conocimientos previos para aprobar. “Nos dijeron que se valoraba más la forma de pensar. Me pareció interesante porque, al final, lo que vale en la sociedad es que tengas buenas ideas”. Además, le parecía una “divertida” oportunidad, especialmente porque quiere saber cómo se hacen los videojuegos y, quizá, dedicarse en un futuro a este sector.
Algunos de los alumnos que se presentaron al examen, como Carlota (15 años), han vivido desde siempre en un ambiente tecnológico. Ella estudia ciencias técnicas, su padre es informático y le ha enseñado todo lo que sabe sobre este sector, por lo que está deseando aprobar el examen. A su corta edad tiene la intención, además, de conseguir mayor igualdad entre hombres y mujeres en trabajos tecnológicos.
Su amiga Paula, de la misma edad, también lo desea y cree que hay que dar ejemplo y visibilidad para que estos puestos de trabajo dejen de verse como “algo de hombres”. Por ello ha puesto todo su empeño para conseguir buena nota en el examen.
Para Antonio, padre de otra de las alumnas que acudieron al encuentro, las mujeres son “igual de válidas” en este tipo de empleos. “Según mi experiencia, ellas crean un ambiente más positivo en muchos aspectos y tienen otros valores, son más constantes que los hombres en muchas cosas”, determina.
Por eso, y porque es ingeniero, le gustaría que su hija María se decantara por este sector. “Ella viene muy motivada, aún no sabe qué quiere estudiar pero le interesan las matemáticas y ha estado haciendo ejercicios estos días”. Para otros chicos, como Daniel (15 años), esa motivación le viene dada por la propia universidad. Conoce U-tad desde hace tres años y le encanta todo lo que tiene que ver con el mundo de la animación.
Minutos antes de la prueba, padres e hijos curioseaban por los pasillos de la facultad. Madrugar para algo así no les supone ningún esfuerzo. “Cosas peores hemos hecho. Si les llevamos al baloncesto, a esto con más razón”, dice Isabel, madre de Nacho. Ella confía en la capacidad de su hijo y en su mente ágil y espera que, en el futuro, pueda formarse para algo que todavía ni exista. Precisamente ese es el valor diferencial de U-tad: preparar al alumno para lo que está por llegar.
Padres, profesores y estudiantes pudieron visionar algunos de los proyectos realizados por los alumnos. El asombro podía verse en la cara de todos. Es el caso de Raquel, profesora de matemáticas en el colegio El Catón, de Torrejón de Velasco, quien nunca dudó en presentar a la prueba a su mejores alumnos (incluido su hijo). “Se lo comenté a ellos, están encantados. Como profesora creo que alguno de los críos está capacitado para quedar entre los mejores”. De conseguirlo se sentiría orgullosa por haber detectado un gran talento. Si no es así, se habrán llevado una nueva experiencia.
Por su parte, Juan, profesor de tecnología en el colegio San Patricio de Alcobendas, quedó realmente sorprendido con la universidad y las posibilidades que plantea el Programa de Talento Computacional. Trajo con él a 10 de sus alumnos con conocimientos de lógica y pensamiento estructurado. Cree que, de aprobar, se les reconocerá el talento y despertarán en ellos “algo determinante”.
Él mismo, cuando era niño, acostumbraba a presentarse a concursos ligados al sector, lo que le ha llevado por el camino del software. Espera que los padres entiendan que en U-tad puede haber una buena oportunidad para sus hijos. “Yo quiero estudiar otra vez. Se lo he dicho a mis alumnos de broma: os abandono y me vengo aquí”.
Explica que, en cualquier otra universidad, quien estudia ingeniería informática aprende lenguajes de programación obsoletos. “Aquí te van a enseñar lo pionero y es una suerte porque todo forma parte de un ecosistema. Tienes arte, programación, etc. todo vinculado”. Además, le parece “increíble” que los profesores sean profesionales de la industria. Muchos de los padres coinciden con él y esperan que sus hijos elijan bien su futuro y se levanten de la cama con ilusión, cada día. U-tad puede ser un buen lugar para conseguirlo.
